domingo, marzo 26, 2006

LECCIONES DE UN APRENDIZ. CAP 7.

HACER LOS TRABAJOS EL PRIMER DÍA, ENTREGARLOS EL ÚLTIMO

Esta táctica la aprendí durante mi época de estudiante. Mi afán por finalizar los trabajos pendientes me impulsaba a concentrarme en la tarea desde el primer día. El principal objetivo era poderme quitar de encima el trabajo, además de evitar la presión del último día y la improvisación. Pero esto que puede parecer una ventaja, muy amenudo se volvía en mi contra pues al disponer de más tiempo también me dedicaba más que mis compañeros, profundizaba hasta el mayor detalle y me entretenía a completarlo con más información que la estríctamente necesaria. Otro inconveniente era que cuando entregaba el trabajo, se producía un efecto adverso ya que para el profesor era uno de los primeros trabajos que recibía, y se lo miraba con curiosidad (a veces), atención y además tranquilamente. Esto podía evolucionar por dos caminos, o bien detectaba más errores, o bien me sugería que profundizara o mejorara no sé qué aspecto, con lo que mi inversión no se rentabilizaba.

La mayoría de mis compañeros adoptaba la táctica habitual, es decir, preocuparse relativamente poco hasta que el tiempo se echaba encima, y no había más remedio que meter toda la carne en el asador y terminarlo como fuera con un gran apretón. Además lo entregaban el mismo día que el resto, al final, y cuando el profesor veía que se le acumulaba una alta pila de trabajos para corregir, disminía su exigencia. La ventaja de adoptar esta estrategia de retrasar el inicio de la actividad hasta el límite del tiempo es que bajo presión el autor del trabajo está más concentrado, responde exactamente a la demanda, no divaga y va al grano ya que no hay tiempo para florituras.

A partir de la experimentación en el primer caso, y de la observación en el segundo desarrollé mi propia estrategia: Hacer el trabajo el primer día y entregarlo el último. Pero la clave era dedicarle el tiempo justo, es decir, el mismo que dedicaría el resto de la gente, y para conseguirlo debía ser capaz de imponerme sólo una presión que en principio no existía. El resultado fue perfecto, los trabajos salían igual de bien o mal que el resto y no pasaban por ninguna criba adicional al la de mis compañeros.

En el mundo profesional pasa algo similar, aunque el objetivo es distinto no es aprobar una determinada asignatura sino responder a una demanda específica del cliente. A diferencia de los estudios es posible que el proceso de adquisición de datos sea un poco más lento o bien esté condicionado por otros factores que no controlamos directamente, pero eso no significa que debamos esperar a tener la fecha encima para ponernos a cerrar el trabajo. El mayor rendimiento lo conseguiremos si trabajamos concentrados y bajo presión, y el objetivo es que ésta no venga impuesta por un factor externo como una fecha de entrega, sino de nuestra propia exigencia. Entonces seremos capaces de aprovechar cada momento que estemos vinculados con una tarea, reduciendo el tiempo total de dedicación y en consecuencia aumentando nuestra capacidad de aprovechar el tiempo y podernos dedicar a otros menesteres. En cuanto a la fecha de entrega, en este caso la ventaja es que se puede avanzar con la satisfacción que esto representa para el cliente.

La lección de hoy se puede sintetizar en los siguientes puntos:

1.- Afronta los trabajos cuando tu decidas
2.- Imponte tu mismo la presión
3.- Trabaja con máxima concentración en todo momento
4.- Finalízalos cuanto antes
5.- Entrégalos cuanto más tarde si estás en el cole, y cuanto antes si trabajas
6.- Disfruta del tiempo que te sobre

Rec



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