viernes, octubre 29, 2010

¿Tan mediocre es tu jefe?

Article interessant, tret de www.cotizalia.com.

“Sonia, tú que pareces estar muy bien relacionada, a ver si me promocionas a consejero delegado de alguna empresa importante. Después de llevar 14 años en multinacionales, me he dado cuenta de que hay mucho directivo mediocre. Antes idealizaba esos puestos y me decía: "Qué listo habrá que ser para llegar". Ahora me digo: "Cómo se puede ser tan inútil en ese puestazo. Yo a este tío (mi jefe de turno) le doy mil vueltas". Pero la realidad es que él está arriba cobrando el doble o el triple que yo”.

Este mail me lo mandó Gaby, un amable lector, hace unas semanas. Y lo rescaté hace unos días tras ojear un estudio titulado La alta dirección a examen: el 38% han sido suspendidos por sus equipos.

Os cuento. El estudio, de la consultora Otto Walter, se basa en 11.847 respuestas anónimas de casi 600 mandos y profesionales de toda España que juzgan a la alta dirección de sus empresas. El informe refleja que el 51% de los encuestados piensa que la alta dirección de sus compañías “parecía que lo hacía bien” en tiempos de bonanza económica, “pero en el momento actual están decepcionando”. También destaca la falta de visión estratégica (según un 41% de los encuestados), la incoherencia de las decisiones (46%), la falta de decisión y atrevimiento (78%), la poca cercanía de la alta dirección a la base (49%) y la deficiente calidad de dirección de los equipos (51%), entre otras cosas. Uf.

No me cabe duda de que por ahí suelto hay mucho gestor mediocre que, a su vez, se rodea de mediocres que no le hagan sombra que, a su vez, impiden destacar a los mejores de sus equipos. El resultado es que muchas organizaciones se van vaciando de talento, porque las personas que de verdad valen acaban marchándose asfixiadas de tanta mediocridad. Triste, ¿no?

Sin embargo hoy, en vez de hacer sangre, me apetece romper una lanza por nuestra clase empresarial. Cierto es que en plena crisis han salido a la luz errores de bulto y que hay empresas que se van a quedar en el camino, aquí y en Pernambuco. Pero en España también tenemos empresas grandes y saneadas, que lucen bien en el escenario mundial y que hacen bastante más por sacarnos de esta recesión que la clase política.

El estudio de Otto Walter refleja una costumbre muy española (¿o quizá debería decir muy humana?): la de criticar al jefe. Y la alta dirección está en una posición perfecta para ello (como dice un amigo mío, va en el sueldo): toma decisiones a la velocidad de la luz y asume riesgos a la que la mayor parte de los mortales no nos enfrentamos jamás.

Lo más fácil del mundo es acusar a alguien de no tener visión a largo plazo o valentía para tomar decisiones tomando un café con los compañeros y esperando la siguiente orden. Y es perfectamente lícito. Todos lo hacemos. Pero lo que no hacemos siempre es ponernos en su lugar o pensar en lo difícil que es su posición (que también va en el sueldo, claro).

Así que mi pregunta para el amable lector del principio (al que agradezco mucho su e-mail, como a todos los que me proponéis temas) es: ¿Por qué estás tan seguro de que tu jefe es un mediocre? ¿Cómo harías tú las cosas en su lugar? ¿Tienes la respuesta o, simplemente, estás ejerciendo el sano derecho de todo empleado a criticar al jefe?

 
Ya lo siento, querido Gaby, pero no estoy “tan bien relacionada” como para buscarte un puesto de consejero delegado. Así que he indagado sobre tu inquietud en la web, lo que me ha llevado a answers.com. Y esto es lo que recomiendan los internautas –algunos en broma, otros más en serio- para los que quieren llegar a CEOs:

 
- “Es simple: lanza tu propia compañía y hazte CEO. O vete a la Universidad y conviértete en un hombre de negocios: llegarás a CEO”.
- “Pisa los callos de otros y autopromociónate. No pienses en los sentimientos de los demás y racionaliza que son débiles”.
- “Para que te contraten como CEO, necesitarás una experiencia de al menos 15 años en la gestión de personas y un MBA”.

No creo que me encuentre nunca en la posición de elegir a un consejero delegado. Pero tengo claro que le exigiría tres requisitos muy básicos: la capacidad de pensar, la capacidad de actuar y la capacidad de conseguir que otros actúen. Aunque, a la luz de los resultados de la encuesta de Otto Walter, quizá habría que añadir algo más: la habilidad de convencer a la plantilla de que las cosas se están haciendo bien. Si tantos empleados dentro de las empresas cuestionan a la alta dirección, ¿quién necesita enemigos?
 
por Sonia Franco

REC